Soñar no cuesta nada

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Compañeros revolucionarios de Venezuela y América,


Les escribo desde el escritorio presidencial que hoy ocupo en el Palacio de Miraflores. Creo que deben ser ustedes – mis compañeros revolucionarios de Venezuela y América - los primeros en conocer mi decisión de contarme en el Referendo Revocatorio que sin duda será convocado por el C.N.E. tras recibir las futuras firmas pertinentes que exige la Constitución Bolivariana de Venezuela.

He tomado tal decisión a sabiendas de que perderé el poder y no podré seguir – por ahora – en la lucha revolucionaria que soñé siendo todavía un muchacho, allá en Sabaneta de Barinas, cuando mi hermano Adán llenó mi mente de ideas libertarias. He tomado tal decisión por haber entendido que por encima de nuestras ambiciones políticas y de poder, está la sagrada constitución y las leyes. Ninguno de ustedes es ajeno a lo mucho que he trabajado desde joven para llegar a donde hoy estoy, sin embargo, quiero fundar mi decisión en base al respeto que le debo a este noble pueblo, tanto a los que me apoyan como a los que me adversan. He entendido, no obstante, que soy el presidente de todos los venezolanos.

Entiendo que será un duro golpe para los planes revolucionarios subcontinentales, pues los movimientos libertarios de nuestra América necesitan del apoyo de Venezuela para poder cristalizar los ideales de Bolívar en cada uno de nuestros países. Siento inmensamente tener que truncar el respaldo al pueblo boliviano en el momento que más lo necesita y retirarle el prometido apoyo a otros pueblos como el ecuatoriano, uruguayo y paraguayo que están a punto de romper el celofán de la histórica inercia latinoamericana. Lamento en el alma no poder continuar aportando la energía que requiere la gloriosa revolución cubana para no claudicar cuando el mundo evidencia darle la espalda definitivamente, presionado por el monstruo del Norte que busca adueñarse del globo terráqueo. Me deprimo al saber que no podré estar presente junto a mis hermanos de las FARC frente a la impostergable e inevitable agresión que supone para ellos el oprobioso “Plan Colombia”, a punto de comenzar con criminal fuerza en la vecina y hermana Colombia. Pido perdón a mis compañeros revolucionarios venezolanos por la consecuente entrega del poder en nuestro país, luego de todo lo incondicionales que fueron conmigo durante estos años de ardua lucha que compartimos en este glorioso gobierno dirigido, más que por mí, por el propio Libertador Simón Bolívar, nuestro eterno y sagrado guía. Acepto con profundo dolor que claudicar es el peor crimen de un revolucionario y lloro al no haber podido estar, como nuestro glorioso prócer, a la altura de las grandes dificultades. Espero me sepan entender.

Sé que mantenerme en el poder por la vía impositiva sería tremendamente viable, sobre todo cuando fuimos exitosos en desmembrar y anular al estamento militar venezolano y habiendo logrado el objetivo táctico de colocar en territorio nacional varios contingentes de hermanos colombianos y cubanos, cuyos miembros están fogueados en duras luchas armadas a lo largo y ancho del mundo, dispuestos a dar sus vidas por esta gesta revolucionaria que es de todos. Acepto, además, que sería poco o absolutamente nada lo que puede hacer la comunidad internacional para impedir la toma radical del poder en Venezuela, de llegarse a violentar la constitución para mantener mi gobierno como la “cabeza de playa” o “punta de lanza” de Sudamérica en nuestros eternos planes de conformar ese nuevo orden mundial que tanto necesita el mundo luego del traidor aburguesamiento de los soviéticos y del atroz e injustificado viraje hacia la derecha de los chinos, que tanto ha mancillado la memoria de Mao Tse Tung. Entiendo, también, que la “Toma de la América Hispana” es de vital importancia para ayudar en la justa reivindicación del hermano mundo árabe frente a la ignominia sionista.

No crean que no estoy al tanto de lo fácil que sería trampear los resultados de la recolección de firmas que he aceptado se lleve a cabo en las próximas semanas, contando con tres de los cinco directivos del Consejo Nacional Electoral. Acepto como válida la teoría del hermano Fidel en cuanto a que con un par de llamadas telefónicas pudiéramos neutralizar a los dos miembros del Poder Electoral que obedecen a los intereses de la oligarquía, para lograr así una uniformidad en la decisión de todos los miembros del C.N.E., pero eso no sería correcto históricamente.

Tampoco quisiera que piensen que no estoy al tanto de la IMPRESIONANTE DEBILIDAD de la oposición, dividida y “tirando tiros al aire, a ver si cae algún pato” y de lo sencillo que sería mantener al país en una constante ilusión óptica con la vista y las esperanzas puestas en un referendo revocatorio que solamente podría realizarse de yo aceptarlo… o de aprovecharme – para alargar en el tiempo las esperanzas de la oposición - de las apetencias de los políticos tradicionales que esperan las elecciones municipales y estadales del próximo año para incrementar el poder político que hoy no tienen.

No crean ni por un momento que me intimidan los americanos pues ellos están demasiado complicados con los retrocesos políticos ocasionados por la incursión a Irak y se dejarán convencer – convenientemente - por el clamor de nuestros socios de las multinacionales occidentales con las cuales hemos cerrado importantes contratos de concesiones para la explotación del petróleo y del gas venezolano… además, copiar las agresiones contra Irak, Grenada o Panamá en Venezuela, sería también declararle la guerra a Cuba y a las FARC al mismo tiempo, sin tomar en cuenta las protestas del compañero y hermano Lula en Brasil.

Mucho menos le temo a la reacción del pueblo opositor, achinchorrado por sus líderes y abrumado por la “Ley del Menor Esfuerzo”, que a pesar de contarse en millones, ha demostrado – a través de los diferentes “globos de ensayo” que le hemos enviado – que prefiere el espejismo de un futuro incierto a la dura realidad de enfrentarse a una indetenible dictadura, sin contar que ya hemos aprobado el Reglamento Interno de Debate de la Asamblea Nacional y que modificar la Ley del Tribunal Supremo de Justicia sería tremendamente fácil.

No hay nada que me duela más que el saber que estoy traicionando a todos aquellos de la gloriosa izquierda venezolana caídos durante las décadas de los sesenta y setenta y que estoy echando por la borda décadas de lucha por el poder en Venezuela. Este valiente sacrificio, sin embargo, lo hago a sabiendas de que con mi cargo entregaré también mi libertad, pues nada podrá salvarme de las decenas de juicios que esperan por mí y que al despojarme del mando comenzará una generalizada “cacería de brujas” donde los primeros perseguidos serán los miembros de mi familia y entorno político cercano. No dejo de considerar que pudiera, así mismo, poner mi vida en peligro, ya que al perder mi condición de presidente de Venezuela, se desmoronaría la infraestructura de seguridad que garantiza mi vida, gracias – en gran parte – a los aportes técnicos y humanos del compañero y padre de todos, Fidel Castro.

Sé que en una primera instancia ninguno de ustedes, mis compañeros revolucionarios de lucha, entenderán cómo después de tanto batallar, de sufrir prisión… de haber visto morir a compañeros de armas y de haber logrado al fin el primordial objetivo de la obtención del poder en Venezuela, vaya yo a echarlo todo por la borda con el único y nada revolucionario fin de cumplir con lo ordenado por nuestra constitución, pero deben entender que los hombres cambian y al final vale más la rectitud de las acciones que el garabato torcido de las irregularidades históricas. Es por eso que hoy les pido mis disculpas desde lo más profundo de mi corazón, al entregarme al destino del sufragio al cual he aceptado – irremediablemente - acudir.

Con el más profundo dolor,

HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS
Presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela

Caracas 16 de octubre de 2003